noviembre 25, 2008

Siempre tuve un sueño


Esta historia está basada en hechos reales:
Siempre tuve un sueño, algún día tomarnos una foto con mis padres ya viejitos y con mi futura familia. Pero de un momento a otro con el pasar de los años, cuando tenía alrededor de 12 años, comencé a ser objeto de ultrajes por parte de mi padre, realmente sentí que no le agradaba, me increpaba con epítetos como: soy una bestia, no tengo nada en el cerebro, no sirvo para nada. Todo esto en base, me imagino, a que no sacaba buenas calificaciones, tenía problemas de conducta en la escuela y el colegio.

Recuerdo dos ocasiones bien marcadas en las que posiblemente me porté mal, la primera, me persiguió para pegarme y como me encerré en el baño y no podía agredirme, se fue a la cocina a buscar un insecticida para rociarlo debajo de la puerta del baño, tuve que poner la toalla debajo de la puerta para evitar inhalarlo, ese día no dormí en mi cama, me quedé dormido en el baño. La segunda, me persiguió para pegarme y como me escondí debajo de la cama comenzó a saltar sobre ella, con la intención de que se desbaratara para aplastarme, objetivo que cumplió, mas no dejó de saltar.

Mi madre siempre estuvo sometida a mi progenitor, nunca me defendió, hacía y creía todo lo que él le decía, incluso en sus infidelidades, siempre le llevaba un regalo y con eso callaba cualquier reclamo por parte de ella, parecía “feliz”, aunque nunca sonreía. Cuando se quejaba de algo él le decía que debíamos de estar contentos ya que no nos faltaba nada, teníamos comida, una casa donde vivir, todos los juguetes que quisiéramos y una buena educación. Ella no terminó su educación secundaria, porque él le decía que para que terminaría sus estudios si siempre iban a estar juntos y no le faltaría nada. Si bien es cierto que nunca la maltrató física ni verbalmente, pero el peor maltrato de todos ocurría, el psicológico y el emocional, ya que nos hacía sentir a todos inferiores a él, no le gustaba que nuestra madre se relacione con sus amigas, les ponía mala cara y a ella la hacía sentir culpable.

La pelea final en la que mi madre se cansó de todo lo que pasaba fue interesante ya que mi padre se hizo la victima y culpó a mi madre de la separación y me puso en la disyuntiva de escoger quedarme en casa con mi madre o irme con él, por supuesto que a él no le interesaba estar conmigo, solo lo decía para quedar bien, naturalmente preferí quedarme con mi madre.

Tal vez el momento más feliz de mi vida fue justamente ese, la separación de mis padres, todo el tiempo que vivimos con él no podíamos relacionarnos con los niños del vecindario, nunca salíamos al parque y nunca conversábamos.

Mi padre es un profesional de mucho prestigio, que ha ocupado muchos cargos relevantes dentro de la ciudad. Y con esto quiero repetir las palabras de Manterola: “la violencia a los niños no es un mal de la opulencia ni de la carencia, sino una enfermedad de la sociedad”.

Nunca podré quejarme por las cosas materiales que teníamos pero definitivamente siempre nos faltó AMOR.

Consecuencias:

Dejé de relacionarme con mis compañeros de la escuela y el colegio, me acostumbré a no salir de casa, por ende no me salía a divertir tan seguido, a veces me levantaba enojado y pasaba molesto todo el día, me sentía culpable del divorcio porque mis abuelitos y tíos siempre justificaron a mi papá porque yo era malcriado.

Al casarme a los 25 años hubo cierta indiferencia de mi parte, quería imponerme a mi esposa solo con la mirada, creando en ella un temor, temor que ella manifestó un día que conversábamos sobre nuestra relación. Poco a poco fui aprendiendo a ser un buen esposo y luego como padre, ya que con mi primera hija fui un poco indiferente también, pero con la ayuda de mi esposa fui aprendiendo a ser un buen padre. Hoy, 26 años después, este joven sigue casado, ama a su esposa y adora a sus tres hijos y dice dos cosas importantes: “siempre le daré a mis hijos ese amor que no recibí, al comienzo no fue fácil pero con la ayuda de mi esposa lo estoy consiguiendo, aunque no puedo darles las cosas materiales que si me daba mi padre, pero los lleno de abrazos, caricias y palabras de amor, y espero cumplir mi sueño en el futuro junto con mi esposa ya viejitos tomarnos una gran foto con nuestros hijos y nietos”.

Análisis:

Si bien es cierto que en este caso no hubo golpes a los hijos, pero había ese problema emocional de tratarlos con indiferencia, ya que es difícil dar algo que no recibiste, como lo es el amor.

La fuerza de voluntad y el deseo de que las cosas sean diferentes han contribuido para que las relaciones sean buenas.

Aprender a amar es la prioridad, ya que en el día a día uno debe aprender a ser esposo y aprender a ser padre.

5 comentarios:

Marcos Aceves y Julia Lazo Gallo dijo...

Me ha gustado y espero continuemos en contacto.
Ah y una opnión sobre el tema del blog: No olvidemos decirles y hacerles sentir, a nuestro hijos como a quienes amemos, todo lo que les queremos.
Un saludo cordial

pamela dijo...

Yo tengo un hijo pequeño de un añito y medio.. y cada vez que hace una travesura.. y daña algo lo primero que viene a mi mente los recuerdos de mis padres y como me trataban.. y realmente trato de no hacer lo mismo.. me calmo y prosigo con mis tareas.. pero sabes es muy duro cuando uno es criado con mucha violencia...

sabes, me parece excelente lo que has publicado..aqui te envio el link de mi blog.. no estan bueno como el suyo pero ahi va!!.
http://www.violenciaecuador.blogspot.com

Anónimo dijo...

Te felicito tu blog me ha gustado, tienes buen desenvolvimiento con la web, tus temas los vere como consejos, yo tengo un hijo y tienes razon hay que saber tratarlos darles cariño desde su infancia para formar una persona de bien.
Felicidades!!

Anónimo dijo...

Hola, me ha gustado mucho leerte, mi marido murió cuando mi hijo era pequeñito y a sus doce años tuve una pareja que empezó a tratar así como dices a mi hijo aunque yo tardé en darme cuenta, incluso lo defendí muchas veces hasta que vi que realmente estaba sometiendo a mi hijo a un trato inhumano, le eché de casa y ahora trato de compensar a mi hijo, que ya es todo un hombrecito y un cielo de persona, pero siento mucho que lo pasará mal por culpa de ese hombre y me siento culpable por no haberme dado cuenta antes. Espero que no sea tarde para compensar todo eso, ahora mi hijo es mucho más feliz y le doy todo mi amor cada día, porque es lo que más quiero en este mundo y no se como pude estar tan ciega.Tu ejemplo me da esperanzas. Un abrazo muy fuerte.

Anónimo dijo...

eh ahí la diferencia en ser buen padre o padre bueno, tu padre era padre bueno porque te complacía con todo lo material y tú has hecho lo contrario, ser buen padre demostrando que no es necesario lo material para ser feliz o hacer feliz a los demás. En la actualidad hay muchos padres buenos, por ejemplo: aquel padre que se va a dormir y deja a su hijo menor de edad pegado a la computadora o al televisor y hay más ejemplos, les invito a meditar con cabeza fría.